Siempre es bueno tener un espacio para escribir.
Cuando era niña, me fascinaba subir a un árbol de lilas que teníamos en el patio de la casa y durar horas recostada en sus ramas, en silencio.
Ahí, me daba tiempo para pensar historias, para recrear cuentos, para reír, soñar y llorar.
Este va a ser mi árbol...pero hoy quiero compartirlo.
martes, 9 de enero de 2007
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